El «elefante» de George Lakoff

Foto: Mi copia del libro de Lakoff con mi dedo incluido. Imagen propia bajo licencia Creative Commons

Por Antón R. Castromil / Contacto

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¡Ojo! El siguiente texto puede contener extractos literales de la obra de George Lakoff que se cita al final del artículo. En esta web estamos en contra de la piratería y de la citación anónima.

No pienses en un elefante del lingüista cognitivo norteamericano George Lakoff presenta ciertos parecidos a el El Príncipe de Nicolás de Maquiavelo. No sólo en su reducida extensión sino en su intención práctica. Se sostiene que tanto las políticas conservadoras como las progresistas tienen una consistencia moral básica.

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Se fundamentan en visiones diferentes de la moral familiar que se extienden al mundo de la política.

Los progresistas (Partido Demócrata con el que Lakoff simpatiza y colabora a través del think tank Rockridge Institute) tienen un sistema moral que se enraíza en una concepción de las relaciones familiares.

Es el modelo de los padres protectores, que creen que deben comprender y apoyar a sus hijos, escucharles y darles libertad y confianza en los demás, con los que deben cooperar.

Pero el problema de la estrategia de los progresistas ha consistido, para Lakoff, en que no han sido tan conscientes como los conservadores de la necesidad de dotarse de un lenguaje coherente que les permita definir desde sus propios valores y sentimientos los asuntos en juego en el espacio público.

El lenguaje triunfante de los conservadores se basaría en el modelo antagónico del padre estricto basado en la idea de esfuerzo personal, desconfianza hacia los demás e imposibilidad de una verdadera vida comunitaria.

Aquí la referencia que Lakoff hace del “lenguaje” nos remite al concepto de encuadre o frame que ya hemos estudiado.

Lo que se viene a decir que es que los Demócratas no han sido capaces de construir un encuadre convincente de su modo de ver la vida. O, al menos, no de la manera tan eficiente y eficaz como lo han hecho los Republicanos.

En este sentido, Lakoff es consciente de que los marcos son estructuras mentales que conforman el modo como los individuos ven el mundo. Cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro de ese individuo un marco o una colección de marcos.

Cambiar ese marco significa también cambiar el modo que la gente tiene de ver el mundo.

Por ello resulta de gran importancia a la hora de enmarcar acontecimientos conforme a los propios valores no utilizar el lenguaje del adversario (no pensar en un elefante). Y ello es así porque el lenguaje del adversario apuntará hacia un marco que no será el marco deseado.

En este sentido, la ventaja conservadora que Lakoff ve en la política norteamericana de los últimos años, es que la política de aquel país utiliza habitualmente su lenguaje y tales palabra arrastran a los demás políticos y partidos (a los Demócratas, principalmente) hacia la visión del mundo conservadora.

Y todo ello porque, para Lakoff, el enmarcado es un proceso que consiste precisamente en elegir el lenguaje que encaja con la visión del mundo de quién enmarca.

Ejemplos de Lakoff

Lakoff pone el siguiente ejemplo desde la óptica conservadora: Es inmoral darle a la gente cosas que no se han ganado porque entonces no conseguirán ser disciplinados y se convertirán en dependientes e inmorales. Para Lakoff se trata de un uso deliberado del lenguaje que esconde un marco y una visión del mundo.

La concepción de los impuestos como una desgracia y la necesidad de bajarlos se enmarca muy gráficamente en la frase “alivio fiscal”. ¿Pero qué sucede si alguien no conforme con esa visión de los impuestos (los progresistas) utilizan esa misma frase? Para Lakoff es un error.

Sobre los gays, Lakoff sostiene que en EEUU y bajo la óptica conservadora gay connota un estilo de vida desenfrenado (también en España, recuélese la impresión de Ana Botella, flamante nueva alcaldesa de Madrid y esposa del ex presidente José María Aznar, sobre el matrimonio homosexual y sus referencias a los tríos)

En España el debate sobre si la unión de personas del mismo sexo puede ser llamado o no matrimonio se centraría en esta pugna por la hegemonía de las palabras.

Los marcos que escandalizan a los progresistas son los que los conservadores consideran verdades o deseables y viceversa.

Padre protector y padre estricto

Se trata de dos modelos que no son excluyentes. De hecho, el propio Lakoff sostiene que ambos conviven en nuestro interior ya sea de manera activa o pasiva.

Padre protector

La familia de los padres protectores supone que el mundo, pese a sus peligros y dificultades, es básicamente bueno, que puede y debe mejorar y que nosotros somos responsables de trabajar en ello.

moral
Después de leer No pienses en un elefante me animé a profundizar. Aquí mi ejemplar de Moral Politics. Imagen propia bajo licencia Creative Commons

Padre estricto

El modelo de padre estricto presupone que el mundo es y será siempre peligroso y difícil, y que los niños nacen malos y hay que hacer que sean buenos. El padre estricto es la autoridad moral que tiene que sostener y defender a la familia, decirle a su mujer lo que ha de hacer y enseñarle a los hijos la diferencia entre el bien y el mal.

Para Lakoff el miedo y la incertidumbre serán factores que activen de manera natural el marco del padre estricto en la mayoría de la gente, llevando al electorado a considerar la política en términos conservadores.

El ejemplo de los matrimonios homosexuales que acabamos de ver se sitúan como un desafío de primer orden al modelo familiar de padre estricto tradicional. También las nuevas formas de unión.

Los periodistas deberían conocer estos marcos para, según Lakoff, no ser engañado y caer en la trampa de la utilización de un lenguaje que contiene explícita o implícitamente una visión de la realidad que va a condicional a sus públicos.

Después de conocer los dos modelos de familia establecemos ya un nexo con lo que realmente nos interesa, la polarización política.

La polarización es algo mucho más familiar al modelo de padre estricto. Al fin y al cabo, si se piensa que la vida es una lucha constante entre individuos que no son buenos, una batalla sin cuartel entre el bien y el mal; es comprensible que la polarización en el mundo de la política sea algo congruente con el modelo.

Sin embargo, si la visión del mundo que prevalece es la de que el acuerdo no sólo es posible (porque el ser humano es, en esencia, bueno) sino deseable (y nosotros tenemos que poner nuestro granito de arena para que así sea) pero, por el contrario, la arena política está caracterizada por la lucha encarnizada, la descalificación, el ignorar o desprestigiar al otro… estos individuos resultarán altamente desencantados con el sistema.

Lo más probable es que “desconecten” de un juego político-partidista que les repugnará.

El diagnóstico de Lakoff y la explicación de la victoria de los marcos conservadores en los EEUU de George W. Bush es que la polarización de la esfera pública es una estrategia deliberada de los conservadores porque conviene a sus intereses.

Una política turbia movilizará o resultará, como mínimo, inocua para la participación de su electorado (en el que prevalece el padre estricto) pero resultará altamente desmovilizadora para el electorado progresista, que terminará sumido en la abstención; facilitando así el acceso al poder del Partido Republicano.

Referencias

-Lakoff, G. (2007): No pienses en un elefante. Madrid. Editorial Complutense.

-Lakoff, G. (1996): Moral Politics. What Conservatives Know that Liberals Don’t. Chicago. The University of Chicago Press.

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