Desarrollo económico, educación y democracia (Lipset)

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Por Antón R. Castromil / Contacto

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¡Ojo! El siguiente texto puede contener extractos literales de la obra de Seymour Lipset que se cita al final del artículo. En esta web estamos en contra de la piratería y de la citación anónima.

Lipset sostiene que los regímenes democráticos han surgido bajo unas determinadas condiciones y han llegado a consolidarse debido a determinados valores e instituciones de apoyo y debido también a sus propios procesos internos de preservación.

Lipset entiende por democracia a todo sistema político que de forma regular y constitucional proporciona oportunidades para cambiar a los gobernantes. Es un mecanismo para resolver el problema de la elaboración de decisiones sociales entre grupos con intereses contrapuestos.

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Es un sistema que permite que la mayor cantidad posible de población influya en estas decisiones a través de la posibilidad de elegir entre candidatos alternativos para el desempeño de un cargo público.

Lipset considera, por lo tanto, que:

1) La democracia es un sistema político caracterizado por un conjunto de valores que permiten el juego pacífico de poder. Sin esta circunstancia, sostiene, no puede existir ninguna democracia estable.

2) Si el resultado del juego político no es el otorgar periódicamente la autoridad efectiva a un grupo, un partido o una coalición estable, el resultado será un gobierno inestable e irresponsable y no una democracia.

3) Si las condiciones que posibilitan la existencia de una oposición estable y eficaz no existen, la autoridad de los funcionarios se maximizará y la influencia popular sobre la política será mínima.

Lipset, a la hora de explicar las posibilidades de consolidación de una democracia, se fija en dos aspectos que considera básicos: la economía y la legitimidad.

Desarrollo económico, educación y democracia

Tal vez la generalización más extendida que vincula lo sistemas políticos con otros aspectos de la sociedad haya sido que la democracia se relaciona con el grado de desarrollo económico.

Se suele considerar que cuanto más próspera es una sociedad, mayores son sus posibilidades de mantener una democracia estable.

Se suele considerar que sólo en una sociedad próspera, en la que vivan relativamente pocos ciudadanos en condiciones de auténtica pobreza, podría darse una situación en la que la población participe activamente en la política.

Una sociedad dividida entre una gran masa empobrecida y una pequeña elite favorecida desembocaría en una oligarquía (gobierno dictatorial del pequeño estrato superior) o en una tiranía (dictadura con base popular).

De hecho, la riqueza media, el grado de industrialización y urbanización y el nivel de instrucción son mucho más altos en los países más democráticos.

Se suele considerar que cuanto más instruida está la población de un país, más posibilidades hay para la democracia. Muchos politólogos señalan la difusión de la enseñanza como el requisito básico de la democracia.

En este sentido, se suele considerar que la educación amplía el horizonte humano, permite a los hombres comprender que son necesarias las normas de tolerancia, que frene sus propias ideas haciendo que no se vuelvan extremistas. La educación, en fin, hace que aumente la capacidad de los individuos para tomar decisiones electorales racionales.

Cuanto más elevada es la educación es más probable que se crea en valores democráticos y se apoyen prácticas democráticas. La educación es un factor, en este sentido, más significativo que la renta o la ocupación.

Sin embargo, la educación, por sí sola, no estabiliza las democracias. Un nivel alto de educación no es una condición suficiente para la democracia pero es uno de sus condicionamientos más poderosos.

De hecho el nivel de educación opera conjuntamente con otros factores como el nivel de industrialización, urbanización y riqueza.

El aumento de la riqueza ayuda también a la estabilización democrática ya que generará inercias igualitarias en la sociedad, empujando a los estratos inferiores a considerar menos atractivas ciertas ideologías extremistas.

El crecimiento de la riqueza transforma la sociedad desde una figura tipo triángulo a otra en forma de diamante que viene a simbolizar el aumento y la extensión de la clase media como la clase social más numerosa.

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La clase media

Se considera que una clase media extensa desempeña un papel mitigador, moderando el conflicto social ya que tiende a premiar a los partidos políticos más moderados y democráticos y a castigar a los más extremistas.

Cuanto más pobre es un país y más bajo es el nivel de vida de los estratos inferiores, mayor es la presión sobre las clases superiores para que traten a las clases inferiores como seres que quedan fuera del ámbito de la sociedad humana. Esta posibilidad ayuda, a su vez, a intensificar reacciones extremistas por parte de las clases bajas.

Cuanto más pobre es un país más fuerte es el nepotismo o apoyo a parientes y amigos (enchufismo). En estos casos disminuyen las posibilidades de crear una burocracia eficiente, condición necesaria para un estado democrático moderno.

Además, una sociedad sin una multitud de organizaciones relativamente independientes del poder estatal central contiene un elevado potencial dictatorial y revolucionario. Estas organizaciones cumplen muchas funciones necesarias para la democracia: son una fuente de poder equilibrador impidiendo que el estado u otras organizaciones domine todos los recursos políticos.

Las organizaciones son, además, una fuente de nuevas opiniones, comunican ideas, muchas ellas de oposición a los pensamientos dominantes, a una gran parte de la población. Ayudan a mantener el interés y la participación política.

Aquellos ciudadanos que pertenecen a asociaciones tienden a tener opiniones más democráticas sobre cuestiones relacionadas con la tolerancia y es más probable que participen en política, que sean activos en el ámbito público y que voten.

Referencias

– Lipset, S. M. (2001 v. o 1959): “Algunos requisitos sociales para la democracia: desarrollo económico y legitimidad política” en Batlle, A. (2001): Diez textos básicos de ciencia política. Barcelona. Ariel.

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