La desmovilización

No queda mucho para las elecciones de finales de mayo. Las campañas electorales sirven, sobre todo, para empujar al elector a las urnas. Para poner encima de la mesa lo que está en juego y animarle a votar. Elecciones y campañas quieren evitar la desmovilización, que es algo que va por barrios. ¿Quiénes son los más desmovilizados hoy en día en España? Sigue, sigue; que te lo cuento…

Los estudios clásicos sobre campañas electorales suelen establecer el refuerzo y la activación de preferencias como sus principales efectos. Las campañas, sobre todo, se encargan de despertar aquello que llevamos dentro. Activando, así, nuestras preferencias políticas aletargadas.

Mucho más que cambiar el voto o crearlo de la nada, los medios de comunicación y las campañas electorales se encargan de recordarnos que lo que ya pensamos merece la pena ser pensado. Que lo que creemos, nuestros valores y actitudes, importan y ha llegado el momento de actuar en consecuencia. De votar.

Es decir, podemos entender las campañas mucho más como un elemento comunicativo dirigido a movilizar que a convencer. Más que ampliar electorados se trataría de movilizar al propio.

Si esto es así, ¿quiénes son los electorados más movilizados y los más desmovilizados? ¿Qué sector de votantes se encuentra, en principio, más predispuesto a acudir a votar el próximo 28 de mayo a falta del empujón final de la campaña? ¿Y los más desmovilizados, qué rostro tienen? ¿O se encuentra todo el electorado movilizado/desmovilizado por igual?

Los electores de izquierda

Desmovilizados. Ésta es mi hipótesis. No voy a manejar aquí datos de encuestas, que los hay. Solo mi intuición en clave de lo que creo que está pasando. Sirvan mis palabras para estar atento a los acontecimientos de la campaña que tenemos por delante.

Los motivos de la desmovilización (y de cierta trasferencia hacia el PP de los electores más moderados) pueden ser, por lo menos, dos. A saber:

– La propia gestión de un gobierno hacia el que se es afín. Ya se sabe, el poder desgasta. Y más en un gobierno de coalición, con sus inevitables roces.

– La gestión de temas de debate del ámbito de las políticas sociales.

Este último punto me parece relevante. Podemos entender la modificación exprés de la ley del “Solo sí es sí” en este sentido. Parece que las consecuencias no queridas de tal ley (rebaja de penas a condenados por violencia de género) estaría haciendo un daño electoral tremendo a la coalición de gobierno.

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Sobre todo, al PSOE. Sus electores, y sobre todo os más moderados, podrían sentirse molestos. Al punto de quedarse en casa o, incluso, plantearse algún tipo de voto desviado (hacia la derecha).

Si esto es así, se entiende el empeño del presidente Sánchez por sacarse de encima todo el embrollo de esta ley, reformarla incluso sin el consenso de sus socios, y pasar a otra cosa mariposa.

El ámbito de Podemos, en este punto, parece enfrentado entre quienes reconocen la mala redacción de la ley y la línea dura, representada por Irene Montero; insensible a cualquier tipo de reforma y caminando hacia un choque de trenes en el gobierno de coalición.

Estas disputas internas suelen tener siempre el mismo destino: la desunión y el castigo electoral. Veremos.

Los electores de derecha

Cuando la izquierda gobierna, la derecha se dedica a la polarización. Una polarización que mantiene altamente movilizados a sus electorales.

Parece lógico, toda una legislatura esperando. Y ha llegado el momento. Ya es hora de mostrar con votos el rechazo al gobierno Sánchez y a sus socios radicales de gobierno. Con la ley del «solo sí es sí» como chapuza máxima.

Recuperado el liderazgo con Núñez Feijóo parece que el PP se encuentra en condiciones de conseguir ampliar su poder autonómico y municipal en las próximas elecciones. Y mantener con VOX una relación ambivalente.

Por un lado, conviene que los radicales consigan unos resultados aceptables. Más que nada, porque van a ser necesarios para muchos gobiernos. Con las elecciones generales al fondo…

Por otro lado, sería bueno que tampoco ganen demasiado. Para el PP resulta vital mantener su condición de principal partido de la oposición. Quieren liderar el cambio político, si es que al final se produce.

La campaña

Recordémoslo, la campaña va de movilizar apoyos y de mantener dormidos al los contrarios. El pistoletazo de salida parece señalar el sueño de las izquierdas (sobre todo de las moderadas) y la vigilia de las derechas (sobre todo de las moderadas).

Parece que el PP lleva la delantera, con el resto de formaciones a remolque. Aunque, claro está, las elecciones de mayo presentan mil frentes de batalla (Comunidades Autónomas, ayuntamientos). La especificidad de cada lugar marcará su cercanía a esta tendencia de fondo o su alejamiento.

¡Salud y ciencia!

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