Mi ejemplar de Los partidos políticos data de 1974. Una pieza casi de museo. Imagen propia bajo licencia CC.
Por Antón R. Castromil / Contacto
¡Ojo! El siguiente texto puede contener extractos literales de la obra de Maurice Duverger que se cita al final del artículo. En esta web estamos en contra de la piratería y de la citación anónima.
Maurice Duverger sostiene que en 1850 ningún país del mundo, a excepción de Estados Unidos, tenía partidos políticos en el sentido moderno de la palabra. Lo que sí existían eran, por supuesto, tendencias políticas compartidas, opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios… pero no partidos propiamente dichos.
Un siglo después, en 1950 la situación cambia hasta tal punto que los partidos políticos se convirtieron en algo habitual.
Para Duverger el desarrollo de los partidos está ligado al desarrollo democrático, es decir, a la extensión del sufragio popular y de las funciones de los parlamentos. Otros autores como Bernard Manin también ven a aquí el origen de los partidos.
Cuando estos parlamentos y asambleas ven crecer sus funciones y capacidad de influencia, sus miembros comienzan a sentir la necesidad de agruparse por afinidades para actuar de común acuerdo.
Cuanto más se extiende y se multiplica el derecho a voto de los ciudadanos, más necesario se hace organizar a los electores a través de comités y estructuras capaces de dar a conocer a los candidatos que se presentan a las elecciones y de canalizar los votos en su dirección. De agregar preferencias, en suma.
Para Duverger, por lo tanto, el origen de algunos partidos políticos se encuentra ligado al de los grupos parlamentarios. Pero muchos otros comienzan por motivos externos al propio sistema político. Veámoslo.
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Origen electoral y parlamentario de los partidos
El mecanismo resulta relativamente simple: creación de grupos parlamentarios, en primer lugar, aparición de comités electorales, en segundo lugar, y, finalmente, se establece una relación permanente entre estos dos elementos.
Es decir, Duverger es uno de los primeros politólogos que habla de motivos electorales para explicar el origen de los partidos y los sistemas de partidos.
Los primeros grupos parlamentarios fueron grupos locales que se transformaron posteriormente en grupos ideológicos. Los parlamentarios de una misma procedencia tendieron a reunirse para evitar aislamiento (como hacen muchos emigrantes) y preparar, al mismo tiempo, la defensa de sus intereses locales.
Estos parlamentarios se dan cuenta, con el tiempo, de que su comunidad de opinión no sólo versa sobre cuestiones regionales sino también sobre los problemas fundamentales de la política nacional. Tratan pues de adherirse a diputados de otras procedencias que participan de sus puntos de vista.
Duverger pone el ejemplo del “club bretón”, los Jacobinos y los Girondinos.
Poco a poco los diputados se reunían en un mismo lugar porque tenían ideas comunes en vez de comprobar su comunidad de ideas después de haberse reunido a causa de su identidad de origen.
Pero Duverger, junto a los factores locales e ideológicos habla también del interés. De la preocupación por la reelección. En algunos países (Suiza, Suecia) la formación de los primeros grupos parlamentarios organizados coincide con la adopción del sistema proporcional.

Lo que les une como grupo y, posteriormente como partido, será llevar a cabo estrategias tendentes a alcanzar y mantener el poder en un sistema electoral en el que la negociación se va haciendo cada vez más importante.
El elemento que subyace aquí y que refuerza la aparición y organización de los comités electorales es la extensión del sufragio popular que hace necesaria la organización de los nuevos electores.
En este sentido puede entenderse que fue la adopción del sufragio universal lo que favorece el crecimiento de los partidos socialistas a principios del siglo XX en la mayoría de países europeos.
Sin embargo, junto a la existencia del derecho a voto y la agregación de preferencias también hay que hablar de “intangibles” tales como el desarrollo de sentimientos igualitarios y la voluntad de eliminación de las elites sociales tradicionales.
En estos casos de ampliación súbita del sufragio los partidos, en este caso socialistas y comunistas, se hicieron necesarios para canalizar la confianza de las clases populares evitando así que sus votos fuesen hacia las elites sociales tradicionales. Había que despertar conciencia y canalizar los apoyos.
La creación de comités electorales con estos fines es, para Duverger, típico de los partidos de izquierda: se trata de dar a conocer nuevas elites capaces de competir en el espíritu de los electores con las antiguas elites.
Pero los partidos de derecha tienen que seguir necesariamente este ejemplo para conservar su influencia.
En muchos otros casos los periódicos se convirtieron en iniciadores de comités electorales.
Duverger, en el caso de los partidos estadounidenses, sostiene que los flujos de recién llegados que solía recibir EEUU eran ignorantes de la política norteamericana y, por ello, se hacía necesario que sus votos fueran canalizados hacia candidatos de los que ignoraban todo, salvo que eran mencionados por el comité.
Una vez aparecen en los diferentes sistemas democráticos los grupos parlamentarios y los comités electorales, basta que se establezca una coordinación permanente entre ellos y una serie de lazos duraderos.
El grupo parlamentario solía coordinar la actividad de los diputados pero cada uno de ellos se esforzaba por estrechar lazos con el comité electoral del que dependía su futura renovación de mandato.
La primera preocupación del partido, una vez que ha nacido, solía ser la creación de comités electorales en aquellas circunscripciones donde todavía no los tenía.
El origen exterior de los partidos
El origen de muchos partidos se puede encontrar en instituciones previas como las sociedades de pensamiento, los clubes populares, los periódicos…
En estos casos el partido es establecido por una institución ya existente cuya actividad se sitúa fuera de las elecciones y del parlamento.
Muchos han sido los grupos y asociaciones que han dado lugar a partidos políticos, el más conocido es el de los sindicatos obreros. Muchos partidos socialistas han sido creados por ellos conservando durante muchos años su carácter de “brazo secular” de los sindicatos en materia electoral y parlamentaria.
El ejemplo paradigmático es el del Partido Laborista británico. El PSOE y la UGT fueron fundados por la misma persona, Pablo Iglesias (1850-1925), y durante los primeros años la sindicación a UGT suponía la afiliación al PSOE y viceversa.
Otros grupos que influyeron en la aparición de partidos socialistas, además de los sindicatos obreros, fueron las cooperativas agrarias y los grupos profesionales de campesinos. Aunque en algunos países desembocaron no tanto en partidos laboristas-socialistas sino en partidos agrarios (países nórdicos, Europa central, Suiza, Australia, Canadá…)
El esquema es simple, estos grupos (sindicatos, cooperativas) deciden crear un organismo electoral para aupar a candidatos que defiendan sus intereses y, posteriormente, terminan constituyéndose en partido.
El ejemplo clásico de influencia de los clubes de pensamiento, otra vez sobre el Partido Laborista británico, fue la sociedad Fabiana; pero muchas otras asociaciones y grupos de intelectuales están en el trasfondo de la aparición de muchos partidos.

La francmasonería es un grupo de pensamiento que estuvo detrás de la aparición del Partido Radical francés y de diversos partidos liberales europeos.
La creación a partir de otros grupos de intelectuales fue bastante habitual pero se topó con el problema de la implantación del partido en las clases populares tras la implantación del sufragio universal.
Otras de las grandes organizaciones sociales que dio lugar a partidos políticos fueron las distintas iglesias. Organizaciones católicas, cuando no directamente el clero, intervinieron en la creación de partidos cristianos de derecha.
Otros grupos influyentes fueron los grupos industriales y comerciales, las grandes empresas, las patronales…
También algunos movimientos sociales están detrás de algunos partidos de nuevo cuño de los que hablaremos al final del curso.
Partidos de creación exterior vs partidos de creación electoral parlamentaria
Sea cual sea su origen, los partidos de creación exterior presentan un conjunto de características que los oponen a los partidos engendrados dentro del ciclo electoral y parlamentario.
Los partidos de creación exterior suelen ser partidos más centralizados, nacen de la cima mientras que los partidos de creación electoral parlamentaria suelen partir de la base (caciques locales).
En los partidos de creación exterior los comités y secciones locales se establecen bajo el impulso de un centro ya existente (que busca expandirse a otros territorios) que tiende a restringir su liberad de acción.
En los partidos electorales son los comités locales preexistentes los que crean un organismo central para coordinar su actividad y limitan, en consecuencia, sus poderes.
Los partidos de creación exterior son generalmente más coherentes y disciplinados que los partidos de creación electoral y parlamentaria. Los partidos de creación exterior disponen de una organización ya existente que relaciona a todas las partes del partido. Los partidos de creación electoral se ven obligados a establecer vínculos con la única base de la existencia de un grupo de diputados en el seno de un mismo parlamento.
En los partidos de creación electoral el grupo parlamentario es muy importante porque suelen constituir, también, su grupo de dirigentes. Ellos han sido los que han dado el paso en la dirección de crear el mismo partido.
La influencia del grupo parlamentario es menor en los partidos de creación externa ya que no han tendido nada que ver con la creación del partido. De hecho, se suele observar en este tipo de partidos un cierto recelo hacia el grupo parlamentario y una voluntad más o menos clara de someterlo a la autoridad de un comité director independiente de él.
En los partidos electorales conseguir escaños es lo más importante en la vida del propio partido, es su razón de ser y el fin supremo de su existencia. Para los partidos de origen exterior la lucha electoral y parlamentaria es muy importante pero no es más que uno de los elementos de la acción general del partido, uno de los medios que emplea para sus fines políticos.
Referencias
– Duverger, M. (1974 V. O. 1951): Los partidos políticos. México. Fondo de Cultura Económica.