Foto: Mi ejemplar del libro
Por Antón R. Castromil / Contacto
¡Ojo! El siguiente texto puede contener extractos literales de la obra de Hallin y Mancini que se cita al final del artículo. En esta web estamos en contra de la piratería y de la citación anónima.
Cuando los medios de comunicación seleccionan (establecimiento de la agenda o primer nivel de agenda setting) y encuadran (framing o segundo nivel de agenda) los temas de debate público no lo hacen en el vacío. Tales procesos tienen lugar dentro de lo que podríamos denominar de manera general sistema mediático.
Estos sistemas se han ido formando con el paso del tiempo y su configuración última depende del tipo de cultura política de la comunidad en la que se insertan y operan. De este modo, los medios de comunicación forman parte de un entramado más amplio que les va dando forma.
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Para Hallin y Mancini, resulta propio de los países anglosajones (EE.UU., Gran Bretaña, Canadá y Australia) una cierta propensión hacia un sistema de medios de comunicación de iniciativa privada, relativamente independiente de los poderes públicos, con un alto grado de independencia periodística y una lógica eminentemente comercial. En estos contextos, la función de adoctrinamiento ideológico queda relegada a un segundo plano.
En Europa podemos distinguir dos modelos diferentes.
El primero de ellos se localiza en Europa Central (Alemania, Austria, Suiza, Países Bajos, Países Nórdicos…) y se caracteriza por una relación entre el mundo de la política y los medios de comunicación mucho más estrecha: es lo que se denomina paralelismo político.
Este concepto viene a describir una relación más o menos estrecha entre medios e intereses partidistas, aunque se trata de una asociación que se combina con elevadas dosis de profesionalización de los periodistas, de modo que los profesionales de los medios han podido actuar como un grupo organizado y, hasta cierto punto, independiente de la influencia directa de los políticos.
En Europa Central la prensa ejerce una labor de negociación y mediación entre los distintos grupos que componen el tejido social, marcado por un rico asociacionismo y elevados índices de lectura de prensa.
Del mismo modo que en el modelo liberal, la prensa aquí goza de considerables cotas de independencia respecto del estado, aunque muestra un alto grado de vinculación y compromiso con la construcción del estado del bienestar.
Pluralismo polarizado
El segundo sistema de medios europeo es el que más nos interesa. Es el denominado de “pluralismo polarizado”, parafraseando la conocida tipología de sistemas de partidos de Sartori. España, Portugal, Grecia, Italia y, hasta cierto punto, Francia comparten una serie de notas distintivas a la hora de caracterizar su estructura de medios de comunicación.
Se observa, por contraposición a los modelos liberal y centro europeo, una institucionalización mucho menor de la profesión periodística, de modo que los periodistas han estado sujetos a muchas más presiones externas que sus colegas de Europa Central o anglosajones.
Los medios se ven constreñidos no sólo por los imperativos del mercado, sino también por cuestiones políticas.
Como consecuencia de su escasa independencia como profesión, los periodistas del sur de Europa y los medios en los que trabajan han sido instrumentalizados e insertados dentro de la competencia política, de modo que una de las mayores características de la región Mediterránea es el uso de los medios de comunicación por parte de los actores políticos (partidos, gobiernos, sindicatos, grupos de presión, movimientos sociales…) como herramientas para intervenir en el mundo político.
En este sentido, el estado ha jugado un papel fundamental. No sólo porque ha puesto bajo su batuta importantes medios de comunicación públicos que, dicho sea de paso, han sido utilizados como importantes plataformas de promoción política; sino también porque la concesión de licencias a operadores privados ha sido realizada siguiendo criterios partidistas.
En el mundo Mediterráneo los medios de comunicación destacan por su larga tradición de lucha por las libertades y esta toma de partido les habría forzado a un claro alineamiento político, lo que les apartaría de su primigenia misión informativa y los conduciría hacia tareas de adoctrinamiento propias de un aparato ideológico.
Por último, el modelo de pluralismo polarizado se caracterizaría también por una baja circulación de prensa y, por lo tanto, por un claro dominio de los medios audiovisuales.
Como resultado de estas dinámicas, los medios de comunicación en España –en cuanto país que entra de lleno en el modelo Mediterráneo– no son neutrales, sino que se insertan dentro de la lucha partidista.
Más que informar se trata de conseguir adeptos a una causa, más que fomentar el debate público se quiere de ofrecer una visión parcial de los hechos.
Referencias
Hallin, D. C. y Mancini P. (2004): Comparing Media Systems. Three Models of Media and Politics. Nueva York. Cambridge University Press.