La Wikipedia define la expresión “fuego amigo” como los “disparos provenientes del propio bando”. Algo que resulta muy apropiado para entender las difíciles negociaciones entre el PSOE y Podemos para formar un gobierno de coalición o alcanzar un pacto de investidura que haga presidente al socialista Pedro Sánchez. Sigue leyendo y te lo explicamos…
Desde que, tras las elecciones de 2015, se instaurase un nuevo sistema de partidos más plural en España, las negociaciones se han vuelto más duras que nunca.
Estamos ante una nueva era política en la que prevalecen los bloques ideológicos. La derecha de Vox, PP y Ciudadanos y la izquierda de PSOE y Podemos.
El “fuego amigo” tendría que ver con la competencia “intra bloques”. Es decir, entre Vox, PP y Ciudadanos, por un lado, y PSOE y Podemos, por otro.
Se trata de una competencia difícil y complicada. Diferente a todo lo visto hasta ahora.
Al fin y al cabo, estos partidos de dentro de uno de los dos bloques compiten entre sí por el favor de un elector muy similar. Con matices y implicaciones algo diferentes. Se debe reconocer que no es lo mismo un votante de Vox que otro de Ciudadanos, uno del PSOE que otro de Podemos.
Pero, desde luego, estos votantes comparten muchas más cosas de lo que lo hacían en el tablero competitivo del viejo bipartidismo previo a 2015.
Durante buena parte de la historia electoral española el antagonismo del votante en un más bipolar que ahora se presentaba mucho más clara.
El nuevo sistema de partidos viene a complicar algo más las cosas. De alguna forma se parece a un muro.
Los partidos ya no sólo compiten por ganar las elecciones, también lo hacen por dominar sus respectivos bloques ideológicos. Existe para ellos un nuevo doble imperativo.
De ahí que se haya hablado tanto de los denominados sorpassos. En 2015 y 2016 de Podemos hacia el PSOE y en 2019 de Ciudadanos hacia el PP. Ninguno de los dos llegó a producirse, pero el debate estuvo ahí.
Esta nueva competencia “intra bloques” tiene un componente de lucha menor. Queremos decir que los desacuerdos de fondo son más bajos. Por algo comparten un bloque ideológico, ¡demonios!.
Pero la desconfianza, sin embargo, crece exponencialmente.
La correlación sería la siguiente: «a mayor acuerdo ideológico, mayor desconfianza»
El esquema parece claro: tu adversario no lo es tanto desde el punto de vista ideológico. Más que de enemigos podemos rebaurizar la cosa como lucha entre «enemiguitos».
Se comparte ahora un mismo espacio ideológico, lo cual implica, sin embargo, competir por un mismo tipo de votante.
De ahí que las negociaciones se hayan complicado tanto.
Un ejemplo claro: tanto Podemos, primero, como Ciudadanos, después, no han surgido para quedarse en sus respectivos espacios ideológicos. Ni Podemos pretender ser una versión actualizada de Izquierda Unida ni Ciudadanos del Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez.
No. Aspiran a ocupar una posición dominante dentro de sus respectivos espectros ideológicos. Esto es lo verdaderamente significativo del nuevo sistema de partidos español.
Su objetivo es a sustituir mucho antes que complementar a los dos grandes actores del bipartidismo. Podemos ansía ser el PSOE (en cuanto a su posición dominante) y Ciudadanos el PP.
De ahí que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias estén mareando tanto la perdiz a la hora de alcanzar un acuerdo de investidura para el primero. No se fían el uno del otro porque comparten electorados.
Un único elemento obra a favor de alcanzar ese difícil acuerdo, presidido siempre por la desconfianza: la repetición de las elecciones, como ya sucediera tras 2015.
Podemos sabe que, si hay que volver a las urnas, tiene todas las de perder.
Quizá ello ayude a echar a andar la legislatura. Veremos.
¡Salud y ciencia!
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