En este blog hemos insistido mucho en el tiempo acelerado que está adquiriendo la actividad política española. Es la turbopolítica a la que se refería Fernando Vallespín en este artículo. Y el caso del partido político Ciudadanos y de su principal valedor, Albert Rivera, lo ejemplifica muy bien…
Para que luego digan por ahí (medios de comunicación, columnistas, ciudadanos) que la repetición electoral del pasado 10 de noviembre no ha servido para nada.
Que se lo cuenten al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que ahora mismo está en su casa, más bien triste. O aliviado, vayan a saber ustedes.
Ciudadanos pasó en apenas siete meses de la más absoluta de las glorias -rozando casi el sorpasso al Partido Popular-, quedándose para sí casi el honor de convertirse en el principal partido de la oposición y de la derecha; al borde de la aniquilación.
Sólo recuerdo un caso así en la historia electoral española tras el franquismo, el de la Unión del Centro Democrático (UCD) en las elecciones generales de 1982 cuando, entre 1977 y el día de las elecciones, pasó de gobernar con 168 diputados a rozar la desaparición con 11 representantes.
Ahora, en estas elecciones de noviembre, la debacle se ceba con Ciudadanos, que cuenta 47 escaños menos: de los 57 de abril a los 10 de noviembre. ¡Toma ya!
Vamos a hacer aquí un breve y sintético análisis, en clave de hipótesis, sobre las fugas del partido de Rivera (el destino de sus ex votantes) y las razones que podrían estar detrás de ellas.
Se trata, como digo, de meras hipótesis que deberán ser contrastadas cuando el CIS publique su encuesta post electoral. Pero para eso quedan aún demasiadas semanas.
Las fugas de Ciudadanos
Según hemos ido viendo a lo largo de la pre campaña y de esta mini campaña, tres podrían haber sido los lugares hacia los que han huido despavoridos los antiguos votantes de Ciudadanos de abril.
Son el PP, VOX y la abstención. Reconstruyamos lo que a nosotros nos parece el argumento más convincente de estos “fugados”.
Aquellos que se han ido al PP es probable que hayan caído en un cierto voto útil o, cuanto menos, en la consideración de que con los populares el bloque de derechas tiene más posibilidades de gobernar. Y ello frente a la alternativa de quedarse en Ciudadanos o emprender rumbo a VOX.
Aquellos otros que se han ido a la ultraderecha es probable que hayan primado el cabreo, el enfado, a la posibilidad real de gobierno. La cuestión catalana, sobre todo, pero también la exhumación de Franco y la posibilidad de un “gobierno Frankenstein” de izquierdas podrían haber aumentado el granero de votos de los de Santiago Abascal.

Por último, en estas elecciones se habló mucho de la abstención. Se intuía mayor que la de abril y que la media histórica. No ha sido así. Fue más abultada que en abril, efectivamente. Las elecciones de principios de año fueron unos comicios con mucha movilización, fuera de lo normal.
Por ello, parece normal que la participación haya bajado. Pero no lo ha hecho como para condicionar los resultados. Y, además, esta abstención no se concentró mayoritariamente, tal y como se ha especulado, en el elector de izquierdas.
La izquierda ha perdido apoyos, pero no tanto por el abstencionista: la falta de acuerdos de gobierno, Cataluña o la repetición electoral parecen razones más poderosas.
Los abstencionistas parecen haber sido, en gran medida, ex votantes de Ciudadanos que no han sido capaces de dirigirse ni hacia el PP, ni hacia VOX, ni hacia terceras formaciones, como el PSOE.
¿Espacio para la recuperación?
Estos resultados electorales tuvieron la consecuencia de terminar con la carrera política del líder carismático que había fundado y marcado la existencia de Ciudadanos.
Ciudadanos era, hasta hace unos días, “el partido de Rivera”.
Esta circunstancia podría estar dificultando la sucesión y la supervivencia del partido más allá de la de su líder fundacional. No parece fácil el camino. Ciudadanos, como decimos, vivía en torno a su candidato y no tanto mediante una estructura organizativa fuerte, como otras formaciones partidistas.
Parece que será Inés Arrimadas, la triunfadora de las elecciones catalanas de 2017, la que tomará el timón del barco en plena tormenta.
Dos motivos hacen que la recuperación sea difícil:
1) La debilidad organizativa del partido que venimos describiendo. Y no sé yo si el enroque entre Rivera y Arrimadas va a funcionar igual de bien en el nivel del liderazgo carismático. Pueden darse fugas de líderes y conflictos internos. Lo iremos viendo.
2) El espacio electoral de la derecha, en estas elecciones, se ha realineado; volviéndose algo más hostil para Ciudadanos. Los cabreados se han ido hacia VOX y ya no creo que vuelvan. Si acaso, si la vía ultra les resulta, en el medio plazo, algo desagradable; podrían volver, pero hacia el PP.
Ciudadanos, en fin, parece haberse quedado sin espacio: no puede jugar a hacerse el duro, porque está VOX. Y no puede jugar a hacerse el blando, porque está el PP. Mala tos la de este enfermo.
¿Cómo lo veis vosotros? ¿La explicación de este descenso a los infiernos? ¿La posibilidad de recuperación de la mano de Arrimadas?
¡Salud y ciencia!
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