La fea política (V)

Por Antón R. Castromil / Correo electrónico / @Twitter

Con la entrega de hoy damos por finalizada la serie de artículos sobre desafección política. Lo que haremos aquí será resumir algunos de los elementos que hemos ido comentando desde que el pasado 5 de diciembre iniciásemos la serie “La fea política”

Como recordaréis los elementos tratados fueron los siguientes:

– La fea política I: Sobre clase política y profesionalización

– La fea política II: Sobre corrupción y abuso de poder

– La fea política III: Sobre egoísmo y alejamiento de la ciudadanía

– La fea política IV: Sobre limitación de mandatos como forma de control

Os refresco la memoria de manera muy resumida, recopilando los argumentos de cada una de las entradas en el siguiente vídeo. Y añadimos también algunos elementos más al cóctel:

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Como conclusión general un par de reflexiones más, para abrir un último debate:

– Los sistemas representativos actuales, basados en la preeminencia de los partidos y sus candidatos, nos han proporcionado el mayor período de paz y prosperidad que se conoce.

Esto no quiere decir que nuestras democracias no tengan fallos y no haya que ser exigente. Pero debemos reconocer esta circunstancia, porque no siempre se hace.

– La fórmula representativa basada en la delegación de las labores de gobierno en los representantes permite dos cosas: que el sistema funcione con un nivel de implicación ciudadana bajo y que, a pesar de ese escaso compromiso, el sistema sea percibido como legítimo.

Efectivamente, las democracias actuales no exigen demasiado a los ciudadanos corrientes, convocándoles sólo de vez en cuando. Ello permite que cada uno de nosotros pueda dedicar su precioso tiempo a otras cosas de interés, como el trabajo, la familia o el ocio. En una sociedad en la que prima la especialización y el conocimiento se hace imprescindible.

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Imagen de daijo1 bajo licencia CC

Participación de baja intensidad

Por supuesto, esta intervención de baja intensidad en la que se basan nuestras democracias satisface a muchos, pero deja decepcionados a muchos otros ciudadanos. A aquellos que desean participar más y, sobre todo, mejor.

Es el nivel de frustración típico que lleva en su seno las democracias representativas, en tanto que sistema de gobierno mixto.

Afortunadamente, la sociedad civil y sus organizaciones permiten rellenar los huecos de participación que el sistema institucional no cubre. En la actualidad podemos llevar a cabo un sinfín de actividades políticas y de interés social al margen del sistema representativo.

Pensemos en estos dos elementos, pero manteniendo siempre un espíritu crítico. La democracia representativa es una conquista de todos, que hay que defender y reivindicar.

Defender ante los involucionismos que siempre están a la vuelta de la esquina. Pero también ante aquellos que la desvalorizan con la manida frase de “todos los políticos son iguales”.

 


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– La serie completa de entradas sobre desafección política («La fea política») aquí: Vol 1, Vol 2, Vol 3, Vol. 4 y Vol. 5

– Contenidos relacionados con éste, en la Unidad Docente de ciencia política.

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Salud y ciencia!!!


 

Imagen de portada de Mike Andrews bajo licencia CC

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