La desconfianza en la izquierda

Las negociaciones entre PSOE y Podemos, si no cambia mucho la cosa, parecen abocadas al fracaso y, con él, el país se encamina a nuevas elecciones. ¿Por qué no son capaces de ponerse de acuerdo? ¿Desconfianza ideológica, programática, personal? ¿Un poco de todo?…

Hoy escribo una entrada algo más larga de lo normal. Por dos motivos, que explico ahora mismo al lector.

EN PRIMER LUGAR, porque me apetece hacer un poco de memoria. Hablar de socialistas y comunistas. De indios y vaqueros.

Poner en contexto a unas negociaciones para formar gobierno de las que ya casi nadie cree que se va a sacar algo en limpio. Puedo equivocarme, pero la tos del enfermo tiene mala pinta.

Este próximo jueves 19 de septiembre asistiré en la UNED a un acto con representantes políticos de ambas formaciones. Podéis verlo en directo a partir de las 10,30 de la mañana haciendo clic aquí.

Supongo que allí se hablará de pactos y negociaciones. O, más bien, de no pactos y negociaciones infructuosas. Habrá reproches, supongo.

Imagen de Ryan McGuire libre de derechos

Por ello, hoy, a unos días de esa reunión, me permito hacer un poco de memoria. Desde la Transición española (1977-1982) hasta nuestros días, pasando por la fecha clave del 2000.

EL SEGUNDO MOTIVO por el que alargo este post más allá de lo que la prudencia aconseja se relaciona con que, además de factores histórico-políticos, el más que posible fracaso en la investidura de Pedro Sánchez tiene que ver con el liderazgo actual.

Añadiría algo más: tiene que ver tembién con el nuevo contexto de sistema de partidos de pluralismo ampliado en el que nos movemos desde 2015. Y, por supuesto, por las expectativas electorales que marcan las encuestas si vamos a elecciones en noviembre.

Si os da pereza enfrentaros a todo el texto, echad un ojo al siguiente vídeo en el que os resumo algunos de mis argumentos.

Amor y odio entre socialistas y comunistas

Las relaciones entre la izquierda socialdemócrata y sus vecinos situados más a la izquierda nunca han sido fáciles.

Es un desencuentro histórico. Desde la Segunda Internacional (1889) y la polémica sobre si apoyar o no la participación de los diferentes estados en la Primera Guerra Mundial. Los revolucionarios se oponían al conflicto por considerarlo una guerra “burguesa”. Los reformistas, en cambio, decidieron apoyarla para instaurar democracias duraderas en las que mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

La cosa ha pivotado, casi siempre, sobre lo mismo: revolución o reforma, reforma o revolución. Los socialistas se adaptaron mejor al desmembramiento del mundo bipolar de la Guerra Fría. Tomar el poder para construir una sociedad más justa.

Los comunistas los pasaron peor, con una larga travesía en el desierto una vez el modelo de la URSS se mostró definitivamente fracasado.

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Volviendo a la política española: La historia del PCE es la historia de un partido a la sombra del PSOE, que terminaría por finalizar con éxito su proceso catch all en 1982, convirtiéndose en el partido de gobierno español por antonomasia.

A los comunistas les ha ido siempre peor. Con la reinstauración de la democracia albergaban la esperanza de, al modo del Partido Comunista Italiano, ocupar un lugar destacado en el sistema de partidos.

Pero las elecciones de 1977, 1979 y, sobre todo, 1982 le relegaron a un lugar secundario dentro de la izquierda española.

Del PCE a Izquierda Unida y de Izquierda Unida, salvando las distancias, a la actual Unidas Podemos. De alguna manera se suele considerar a Pablo Iglesias un admirador y, también, continuador de Julio Anguita, el histórico dirigente de IU.

Malas experiencias

PSOE e IU lo intentaron en el pasado y la cosa no fue muy bien. En la campaña de las elecciones generales de 2000 el por aquel entonces Secretario General de los socialistas, Joaquín Almunia, alcanzaba un pacto pre electoral con su homólogo en Izquierda Unida, Francisco Frutos.

Imagen obtenida del Blog del Viejo Topo

La coordinación en la campaña resultó difícil. Pero ambas formaciones emprendieron una estrategia común: la unidad de la izquierda frente a la derecha de José María Aznar. Una campaña ideológica que terminó dándose de bruces con un momento histórico en el que lo que imperaba en España -tras las elecciones de 1993 y 1996- era crecimiento económico, ladrillazo e inflación.

Aznar barrió en aquellas elecciones y socialistas y comunistas tomaron buena nota: no parecían buenos compañeros de viaje.

¡Salud y ciencia!


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