La política del odio

A finales de la semana pasada estuve hablando con un periodista del canal de televisión Cuatro sobre el odio en política. La charla me dio que pensar. Retomo mis anotaciones de aquella entrevista y os las ofrezco por aquí. A ver qué os parece…

Los medios de comunicación andan preocupados por lo que se ha convenido en denominar la política del odio. El ataque de unos a otros sin cuartel y sin guardar el debido respeto. “Guerracivilismo” lo llaman algunos.

En esta misma web, en la Unidad Docente de Comunicación tenemos toda una sección sobre el negativismo poítico mediático. Quizá te apetezca echar un ojo por allí.

En una conversación muy interesante con un periodista de los informativos de fin de semana de la cadena de televisión Cuatro tuve la oportunidad de ordenar mis pensamientos sobre el tema. En primer lugar, os dejo la pieza informativa íntegra. Después, retomo el hilo.

Captura de pantalla de la noticia a la que me refiero. Haz clic en ella para acceder

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La verdad es que mi intervención fue brevísima. Algo lógico teniendo en cuenta el medio televisivo. Y más tratándose de una pieza informativa para un telediario. Son las cosas de la tele.

Pero la conversación, como os digo, fue mucho más extensa. En ella, para intentar entender el supuesto aumento de la política del odio, manejé cuatro argumentos. ¡A por ellos!

Política y conflicto

En primer lugar, bajo mi punto de vista, debemos hablar de la propia naturaleza de la política. El conflicto. Para otros investigadores y parte de la ciudadanía la política se entiende más como un lugar de acuerdo y negociación. De ahí su desencanto cuando tal colaboración no se produce.

Pero, para mí, la política democrática es una manera estupenda de lidiar con las diferencias que existen entre los grupos de la sociedad. Cada colectivo (por ejemplo: trabajadores, empresarios, autónomos, funcionarios, amas de casa, estudiantes, desempleados…) tiene una serie de intereses que, en muchas ocasiones, entran en conflicto con los intereses de otros grupos.

La política democrática es el arreglo al que hemos llegado para dar prioridad a unos intereses frente a otros. Que las elecciones sean periódicas ayuda mucho. Los que ganan tienen todo el derecho del mundo a prestar más atención a unos intereses que a otros y los que pierden aceptan su derrota porque saben que terminada la legislatura tendrán otra oportunidad para conseguir el poder.

Los medios de comunicación entran en escena

En segundo lugar, hay que hablar de la irrupción de los medios de comunicación en la arena política. Esto tiene ya unos añitos. Yo diría que la democracia “meditatizada” arranca con la generalización de la televisión en nuestras vidas. En la segunda mitad del siglo XX.

Imagen de Vidmir Raic libre de derechos

Con la televisión operando plenamente en la sociedad y en la actividad política, ésta se ve modificada. Hacia un mayor negativismo, más confrontación y personalismo. Al fin y al cabo, ¿qué elementos valoran los periodistas para dar cobertura a un acontecimiento?

Tradicionalmente en los estudios de teoría de la comunicación solemos hablar de la sorpresa, la personalización y el negativismo como elementos que los periodistas buscan a la hora de publicar noticias.

Si quieres saber más al respecto visita nuestra Unidad Docente de Comunicación

Si esto es así, el resultante de la «política mediatizada» será una actividad mucho más negativa y al ataque que la política previa. O, por lo menos, una política que cada vez se parece más al espectáculo, tal como describía hace ya unos años Neil Postman en su clásico Divertirse hasta morir.

La era de Internet lo complica todo

En tercer lugar, y relacionado con lo anterior, está la irrupción de Internet y sus diferentes “artefactos comunicativos” como las redes sociales o las aplicaciones de comunicación instantánea estilo WhatsApp.

Bajo mi punto de vista, Internet profundiza en las dinámicas de la “política mediatizada” que vimos un poco más arriba. Pero introduce, también, elementos nuevos que podrían explicar, al menos en parte, el éxito de la política del odio.

Me refiero al hecho de que la figura del emisor y receptor se desdibujan. Si hace unos años solo comunicaban con cierto éxito unos pocos medios de comunicación. Los grandes medios. Ahora el panorama cambia. Los emisores se han multiplicado y fragmentado.

El ciudadano de a pie tiene hoy en su mano una serie de herramientas comunicativas (como su teléfono móvil conectado a Internet, por ejemplo) impensables hace solo unos cuantos años. Sobre estas cuestiones, hace ya un tiempo que escribí el siguiente artículo.

Pero esta proliferación de nuevos emisores, que es algo neutro o, tal vez, positivo en una sociedad democrática (cuantas más voces, mejor), también tiene su lado oscuro.

Imagen de Karen Nadine libre de derechos

Hoy más que nunca los más politizados y fanáticos tienen instrumentos para “contaminar” el debate público. Para inundar la Red de fake news o, como mínimo, de postverdades.

La llegada de la ultra derecha

Antes de cerrar este artículo me gustaría hablar de un cuarto y último factor que podría explicar la política del odio en nuestras sociedades: la irrupción de la ultra derecha. Aquí en España, pero también en muchos otros países de Europa y el mundo, este tipo de formaciones ultras han ido ganando más y más relevancia.

Se trata de partidos políticos con una idea excluyente de nación, de ciudadanía, de la relación entre mujeres y hombres… Partidos que, al menos aquí en España, han hecho de lo políticamente incorrecto y grosero su seña de identidad. Sobre todo, en cuestiones de género y medio ambiente.

No cabe duda que estos nuevos actores están polarizando la actividad política. Sobre todo, estableciendo una relación de oposición y choque con las formaciones de izquierda, que reaccionan también de manera vehemente a su proyecto político antagónico.

En resumen, el supuesto incremento de la confrontación y del odio en política podría entenderse metiendo en la coctelera cuestiones como la propia naturaleza de la política, el impacto de los medios en ella («política mediatizada»), el más reciente influjo de Internet (política post mediatizada) y la llegada a los diferentes sistemas de partidos de la ultra derecha neo fascista.

Como siempre, se trata solo de una hipótesis. ¿Crees que existe hoy más odio en política que ayer? ¿Compartes mis factores para explicar el fenómeno? ¿Suprimirías alguno y añadirías otros? ¡Los comentarios están abiertos!

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