¿Por qué cuesta tanto pactar?

Los resultados de las pasadas elecciones europeas, autonómicas y municipales se las prometían muy felices. Algunos candidatos, no de los más votados precisamente, se permitieron -incluso- saludar eufóricos por las ventanas de sus sedes. Pero la cosa parece complicarse. Ciudadanos puede tener la clave. Veamos las implicaciones…

Tal y como señalábamos en la entrada de la semana pasada de este mismo blog, la pluralidad ampliada del sistema de partidos español tiende a desconectar el resultado electoral de la formación de los gobiernos.

Lo qu estamos viviendo estos días, desde luego, lo pone de manifiesto de forma muy clara.

Así, se entiende y se vuelva una posibilidad muy real que aquellos partidos y candidatos que hayan resultado derrotados (en número de votos y escaños), en realidad, puedan considerarse los ganadores.

¿Por qué?

Pues porque el juego de alianzas con otros partidos cercanos puede darles la relevancia que las urnas les ha negado. Así de sencillo. Estas negociaciones, entonces, se vuelven mucho más importantes, en ciertos casos, que el propio voto popular.

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Pero, ¡ojo!, tan legítimo desde un punto de vista democrático resulta un gobierno formado por una coalición de, pongamos por caso, dos o tres formaciones excluyendo a la lista más votada; que aquel otro ejecutivo en el que esta formación con más apoyo lleve la voz cantante.

El actual gobierno andaluz o el pasado ejecutivo de Pedro Sánchez podrían gustarnos más o menos. Pero debemos reconocer que légitimos son.

Como también comentábamos la semana pasada, las etiquetas de “gobierno de los perdedores” o “gobierno Frankenstein” no dejan de responder una estrategia de comunicación política más de la oposición. Prueba de ello es que algunas formaciones que se quejaban de la puesta en marcha de estos gobiernos se afanan ahora en construirlos. Ay ay ay.

Pero, no todo es tan fácil

En política, dar las cosas por hechas entraña riesgos. Se creía inminente un pacto en lugares como Madrid -tanto en el gobierno autonómico como en el municipal- entre la derecha clásica del Partido Popular, la nueva derecha liberal de Ciudadanos y la ultra derecha de Vox.

Pero parece que la cosa se complica. Mecachis en la mar. Ciudadanos está piensa que se lo piensa. Y Vox también da alguna que otra pataleta, como el affaire presupuestos andaluces demuestra. Y, mientras tanto, el PP compuesto y sin novio.

La idea de un pacto intra bloques, esto es, entre partidos de derecha o de izquierda exclusivamente, venía a sustituir, desde las elecciones de 2015 –que es cuando Podemos y Ciudadanos irrumpen en el panorama nacional–, al tan denostado bipartidismo PSOE-PP que había gobernado España desde la Transición.

A ver si al final va a resultar buena la vieja idea de la política dicotómica de Duverger. No ya tanto encarnada en un bipartidismo, sino también en un multipartidismo de tintes bipartidistas.

>>> ¿Quieres saber más sobre Maurice Duverger? ¡Echa un ojo a este artículo!

La lógica post electoral en España se suponía que iba a seguir este camino: O un gobierno conformado por partidos de izquierda o de derecha. Los «pactómetros» de la noche electoral estaban que echaban humo.

Y digo “se suponía” porque lo que está ahora mismo en el debate público, es la posibilidad de formar gobiernos mixtos (inter bloques). Ya sea por la difícil fórmula de la coalición o por la más factible investidura con apoyo externo (o, incluso, abstención, según el caso).

No digo que vaya a consumarse, sólo destaco que la infidelidad ideológica está ahí.

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La clave, Ciudadanos

Sea como fuere, la clave parece estar en Ciudadanos. A mí me da la sensación que la chispa que prendió el fuego de la duda en la formación naranja arrancó en la situación que se está viviendo en la alcaldía de Barcelona.

El candidato de Ciudadanos, el ex primer ministro francés, Manuel Valls abrió la puerta a apoyar a Ada Colau para bloquear la proclamación de un alcalde independentista de Esquerra Republicana.

Como sabéis, Ciudadanos se estructura en torno a un cleavage que resulta clave: el origen. El partido de Albert Rivera, que nace, no por casualidad en Catalunya, tiene como misión rellenar el hueco dejado en esta comunidad por un Partido Popular casi anecótico. Se trataba de reivindicar lo español en Catalunya. ¡Y olé!

>>> Sobre la teoría del cleavage de Lipset y Rokkan puedes visitar este artículo. ¡Seguro que te resulta de utilidad!

Pero Ciudadanos es también una formación de derechas, con ciertos tintes liberales. No es un partido que se sienta incómodo en cuestiones de género, eutanasia o matrimonio homosexual, como sí le sucede al PP. O, a su rebelde manera, también a Vox.

Pero en lo demás, se encuentra más cerca de la derecha que de la izquierda. Aunque no demasiado lejos del progresismo más moderado, tal y como la incorporación de Valls demuestra.

Ello hace que el pacto con la izquierda no resulte descartable de plano, por mucho que se haya dramatizado la posibilidad de ciertos «cordones sanitarios«. Se sienten mejor con otros partidos de derecha, desde luego. Peeeeeeero…..

De ahí que ahora mismo estemos en pleno debate sobre si Ciudadanos va a permitir gobernar a Ada Colau en Barcelona o si debería resistirse a ir de la mano de Vox en aquellos lugares en los que un pacto a tres se daba por hecho. ¿En el aire el poder en Madrid? ¿Será para tanto? ¿O es sólo una puesta en valor de los apoyos?

Lo que parece claro es que se está produciendo una cierta tensión entre el eje izquierda-derecha y el cleavage de origen en el seno de Ciudadanos. Creo que algo de eso hay. Desde luego, pactar está costando más de lo que algunos pensaban. Veremos.

¡Salud y ciencia!


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