Por Antón R. Castromil / Contacto / @Twitter
La política quizá sea una de las actividades humanas que más descontento provoca entre los ciudadanos. En una serie de artículos que comienzan hoy voy a repasar algunas las causas de esta desafección, un poco al estilo de Juan Linz en este otro artículo. En esta primera entrada trataré la cuestión de la profesionalización de la política.
La idea de que la representación política no debería convertirse en una profesión enlaza con la consideración, más o menos extendida, de que tendría que ser mucho más una vocación de servicio público temporal que una manera de ganarse el sustento. El ideal griego de democracia directa todavía campa a sus anchas.
Pensémoslo: Si una persona depende del cargo para subsistir es probable que anteponga su supervivencia política al buen gobierno de todos. Sobre esta concepción del político como un ambicioso buscador de cargos tenéis más detalles en este artículo.
En muchas personas pervive el ideal del político amateur. Esa altruista persona que deja su ocupación durante un tiempo para dedicarse a trabajar para los demás. Grandes expertos en medicina, derecho o economía, por poner sólo los ejemplos más habituales, que abandonan sus quehaceres diarios para convertirse, durante un ratito nada más, en servidores públicos.
División del trabajo y sociedad del conocimiento
Sin embargo, la idea del político ocasional resulta muy difícil en la sociedad del conocimiento en la que vivimos, marcada por la especialización en el trabajo y por un prolongado período de aprendizaje. Los políticos también tienen que aprender a serlo, por ello suelen dedicarse a la representación desde su más tierna infancia.
Por otro lado, los grandes profesionales, en la mayoría de los casos, no pueden permitirse aparcar su carrera profesional durante una legislatura o dos. Es probable que, si lo hiciesen, perdiesen el tren de su especialización, se quedasen desfasados en un plis plás.
En resumidas cuentas, podríamos pensar que la profesionalización de la política como fuente de descontento enlaza con una serie de dinámicas sociales más amplias que la hacen inevitable. Como si se tratase de un callejón sin salida. La división del trabajo y la importancia social del conocimiento así lo atestiguan.

Pero, además, está la cuestión de que nuestros regímenes democráticos representativos exigen la presencia de una pequeña minoría de personas que profesionalmente se dediquen a tal representación. Y una gran mayoría de ciudadanos-votantes que se encarguen de decidir quién de entre el selecto grupo va a gobernar en cada momento.
Esta dinámica tiene, por supuesto, sus ventajas y desventajas. Las desventajas apuntan hacia la mala valoración de la política y los políticos, como estamos viendo. Pero también al hecho de que, a muchos ciudadanos, a buen seguro, les gustaría participar más y mejor.
Pero la profesionalización de la política también tiene sus ventajas. Entre ellas está el hecho de que todos los que no somos representantes podamos concentrarnos a otras muchas cosas. Yo me dedico a la Universidad y no veas el trabajo que me da. Aunque sarna con gusto no pica. ¡Como para pensar en autogobernarme con lo ocupado que ando con acreditaciones, coordinación del Máster y demás!
En las democracias representativas vivimos tranquilos, siempre ajenos al ámbito de las decisiones políticas y disponemos, merced a nuestros votos, del veredicto final sobre quién debería ser el próximo presidente del gobierno. Somos como una especie de Borbón: reinamos, pero no gobernamos.
Por último, señalar también que este tipo de democracias de elites han procurado uno de los mayores períodos de paz y prosperidad de la historia de la Humanidad. Por supuesto que siguen existiendo conflictos y guerras. Pero éstas han sido desplazadas a la periferia y, entre sus soluciones, siempre se encuentra una profundización en la calidad de sus democracias.
Como veis, la profesionalización de la política tiene sus luces y sus sombras.
Si te interesan estos temas visita nuestras Unidades Docentes: Comunicación o Política. Hay decenas de artículos interesantes…
NOTA: Imagen de portada de Samurai Juan bajo licencia Creative Commons