El periodismo y la mentira

En los estudios sobre tecnologías de la información, nuevos medios e Internet existe una preocupación creciente sobre las mentiras o noticias falsas (fake news, en inglés). La cuestión describe algo que pasa todos los días: leemos por Internet, principalmente en redes sociales, una noticia impactante. Y resulta que es falsa. ¿Qué podemos hacer?

Uno de los elementos que podría salvar al periodismo, asediado desde diversos ángulos con la irrupción de Internet y sus diversos artefactos comunicativos, podríamos encontrarlos en su, más que nunca, necesaria labor de orientación a los ciudadanos.

Ante la sobreabundancia de información que nos ofrece la Red, nunca podemos estar del todo seguros de que lo leemos tiene base real. Las fake news podrían considerarse la continuación histórica de ese “me lo dijo mi prima”, “lo aseguró mi profesor”.

Los medios “serios” servirían de contrapunto a este tipo de cuestiones, de bulos cibernéticos. Pongamos el ejemplo del medio paradigmático en España, el diario El País.

>>> Aquí una selección de material audiovisutal sobre fake news

Este medio de comunicación, con edición impresa y on line, se fundó en 1976 en plena transición a la democracia. Desde entonces, con una línea editorial cercana al centro-izquierda en lo político y social y a lo liberal en materia económica, se ha convertido, con sus altibajos, en el medio de comunicación de referencia en España.

El País cuenta, por lo tanto, con una historia y un prestigio detrás. Sus informaciones pueden contener errores. Humano es. O, si se prefiere, incluir sesgos editoriales y políticos. En muchas ocasiones así ha sido. Al fin y al cabo, este diario, como es común en España, se inserta dentro de un modelo polarizado.

Imagen de Schwerdhoefer libre de derechos

Pero, lo que no se le puede negar a El País (y a muchos otros medios de comunicación de distinta tendencia ideológica) es que gozan de una importante reputación. Para ellos resulta vital mantenerlo, transmitirlo y que le sea reconocido.

Por ello, ejercen de diques contra las noticias falsas, los engaños deliberados y la difamación. Algo que no se puede aplicar siempre a los usuarios más o menos anónimos que comparten supuestas informaciones en, por ejemplo, las redes sociales.

La función actual de la prensa podemos situarla, por lo tanto, en este valor añadido que transmiten sus noticias. La certeza de la profesionalidad. Aunque contentan una determinada visión del mundo, sea esta de corte progresista –como el caso de El País que tomamos de ejemplo aquí– o conservadora.

¿Tú qué opinas? ¿Es el periodismo un elemento anti fake news o se inserta también en su dinámica? ¿Podemos confiar en la prensa o debemos también extender a ella la sombra de la sospecha?

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¡Salud y ciencia!


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